miércoles, 25 de diciembre de 2013

Una vida comunitaria


Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío. Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados. Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación les ocasionaba, ya que lo más importante era el calor del otro. Fue así como pudieron sobrevivir. Moraleja de la historia: La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.

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martes, 3 de diciembre de 2013

3 de Diciembre


lunes, 2 de diciembre de 2013

Adviento y Película


Hoy comenzamos el Adviento, tiempo de espera para preparar un nuevo nacimiento espiritual de Jesús. Para preparar este tiempo, además de la Palabra de Dios de estos domingos, contamos con las nuevas tecnologías que nos permiten visitar virtualmente Belén en el s. I de nuestra época. En este marco podemos encuadrar la película que hoy comentamos. A nuestra imaginación y a nuestra espiritualidad le pueden venir de perlas el visionado de esta película. De entrada me parece justo aclarar que no es fácil en una sociedad tan racionalista en la que vivimos hacer una película sobre un momento tan espiritual de la Historia. Hablar de un nacimiento virginal, de apariciones, de ángeles, de sueños… y de muchas otras cuestiones espirituales hacen que se tenga el peligro de caer en la sensiblería o de destrozar el argumento a poco que intentemos buscar un enfoque original. Normalmente, en la historia del Cine, el nacimiento de Cristo únicamente ocupaba algunos minutos en las películas sobre la vida de Jesús, precisamente por esta dificultad que estamos comentando. El reto es volver a contar una vez más la misma historia de una manera creíble, convincente y entretenida, siendo fiel a la Palabra de Dios y al dogma cristiano. Creo que por ello e intencionadamente, el foco de atención se pone en la oposición y persecución de Herodes al nacimiento del Mesías, con lo que se dota al filme de ciertas dosis de tensión que refuerzan un argumento que de otra manera, insisto, carecería de interés en el mundo del Cine por su reiteración y previsibilidad. Una película que no tiene efectos especiales destacables y cuyo vestuario y decorados son dignos -pero no extraordinarios- tiene que buscar su razón de ser en otro lugar. A mi parecer, es el conjunto de la película lo que la hace interesante y recomendable.

viernes, 15 de noviembre de 2013

IMAGENES DEL GOOGLE


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IFERENTES IMAGENES DEL DOOGLE Entra

Mi Caja


EL MARTIRIO DE UNOS JOVENCITOS DURANTE LA GUERRA MAS IRRACIONAL QUE HAYA EXISTIDO


El P. ESTEBAN LACAL



MISIONEROS

OBLATOS

DE MARIA INMACULADA
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rabajamos con diferentes elementos basicos

Ejemplos de css3


Visita nuetra web

Presentamos varios ejemplos tomados de una pagina especial

lunes, 14 de octubre de 2013

Portadores de buena noticia

Q

uisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo, y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos –cada vez más numerosos– que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas.
Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt 28,19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia.
Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana.
 Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren por su escasez.

Obstaculos en la Evangelizacion

A

menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles; en ocasiones, todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad.
A este respecto, Pablo VI usa palabras iluminadoras: «Sería... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80).
Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia, vemos que lo que se destaca y se propone es la violencia, la mentira, el error.
Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia.
 Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia»; no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (ibíd., 60).
Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

La fe don precioso


L

a fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella.

Dios nos ama. Pero la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente.

Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos.

El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. «El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95).

Toda comunidad es "adulta", cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las "periferia", especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo.

La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

Noticias de Iglesia en españól


intenciones del Santo Padre para el mes de octubre

Octubre

General:

Para el desarrollo y progreso de la Nueva Evangelización en los países de antigua cristiandad.

Misionera:

Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial sea ocasión de un renovado empeño misionero.

sábado, 12 de octubre de 2013

Discurso a los jóvenes de Umbría en la plaza de la Basílica de Santa María de los Ángeles, 4 de octubre de 2013

jueves, 29 de agosto de 2013

Maravilloso collage creado por Photogrid

martes, 27 de agosto de 2013

El hombre líquido

En alguna ocasión, ya me he referido elogiosamente a la metáfora que utiliza el avispado analista judío Zygmunt Bauman para representar el sino de nuestras sociedades. En una de sus últimas monografías, Amor líquido (2005), aborda, inteligentemente, la fragilidad de los vínculos humanos en la llamada Modernidad líquida y el tipo de relaciones que se establecen en este marco cultural. En alguna ocasión, ya me he referido elogiosamente a la metáfora que utiliza el avispado analista judío Zygmunt Bauman para representar el sino de nuestras sociedades. En una de sus últimas monografías, Amor líquido (2005), aborda, inteligentemente, la fragilidad de los vínculos humanos en la llamada Modernidad líquida y el tipo de relaciones que se establecen en este marco cultural.

El tema de la obra en cuestión, editada por Fondo de Cultura Económica, es toda una lección programática, donde se explora la calidad de los vínculos interpersonales en la Tardomodernidad. A juzgar por lo que afirma Bauman, casi se podrían representar tales relaciones amorosas con la imagen del estado gaseoso.

El lúcido analista cultural explora el individualismo postmoderno y el temor de los ciudadanos occidentales a establecer relaciones duraderas, más allá de las meras conexiones. Entrelaza el hombre sin atributos de Robert Musil con la insoportable levedad del ser de Milan Kundera y dibuja un universo tan volátil como efímero. Según su punto de vista, el ciudadano occidental desea, por lo general, vivir solo, en un apartamento cómodo, moderno y sofisticado, abierto al mundo a través de Internet, pero aislado de los vecinos más próximos.

Siente aversión a la soledad, pero, aún más, a la vinculación, a la liaison.

Prefiere vivir separado, gestionar su vida social según sus preferencias, a dosis bien delimitadas, evitando cualquier exceso.

Aspira a mantenerse permanentemente desatado, rehusa vínculos y compromisos estables y, defiende, por encima de todo, su independencia social, sexual y económica, independencia que no está dispuesto a sacrificar por ningún tipo de amor.

Desea tener relaciones íntimas, pero con fecha de caducidad y, si es posible, sin secuelas.

Nieto de la liberación sexual, el ciudadano líquido vive, a sus anchas, el deseo erótico, pero evita, sobre todo, enamorarse, perder la cabeza por otro ser humano y sobre todo, teme el engendrar.

El ciudadano occidental necesita estar conectado, saber que hay, en el otro lado de la red, individuos que están ahí y con los que, si conviene, se puede chatear, pero teme amar de verdad, porque sabe, en el fondo, que amar significa, perder esa pretendida autosuficiencia que con tanto ardor defiende, significa asumir responsabilidades, limitar el campo de acción personal, estar dispuesto a ceder y, sobre todo, a practicar la renuncia de sí mismo y el sacrificio personal.

Esclavo de su ego, es incapaz de darse definitivamente a un tú. Filtra bien sus relaciones y somete a un cómputo matemático los costes y los beneficios de cualquier nuevo vínculo. La mentalidad instrumental y economicista acapara el terreno de los vínculos interpersonales y el do ut des se impone como máxima moral.

En ocasiones, el ciudadano líquido se siente llamado a ejercer la solidaridad a través del teléfono, animado por algún telepredicador laico que le recuerda que en el mundo hay pobres, enfermos, ancianos y moribundos. El telepredicador suscita una lágrima de falsa compasión en el teleespectador y el ciudadano postmoderno desembolsa, consiguientemente, una pequeña cantidad de su cuenta corriente. Nada importante. Podrá seguir su ritmo de vida sin ningún tipo de alteración. Después de tan soberbio gesto, se siente bien, ha pagado la purificación de su culpa a un módico precio. A este gesto, le llama, insolentemente, solidaridad.

Esta solidaridad líquida no obedece a la gratuidad pura, al impulso agápico, sino a un interesado cálculo emocional. El resultado final es sentirse bien con uno mismo, poder seguir consumiendo con voracidad, sin tener que evadirse del silencio, ahuyentar el demonio de la culpabilidad.

Nada tiene que ver este concepto de solidaridad con el sentido más genuino del término. En sentido estricto, la solidaridad es una virtud, un valor moderno para referirse a la misma virtud teologal de la caridad. Designa un sólido vínculo con el otro, tan profundo, tan intensamente vivido en el interior, que el otro, deja de ser el otro-extraño, para convertirse en el tú-próximo. La solidaridad convierte al otro en hermano, en el alter ego y su sufrimiento se vive como propio.

Esta solidaridad va unida al acto de sufrir, pues el que está dispuesto a unirse tan hondamente con el destino del otro, sabe, de antemano, que no podrá mantenerse al margen de su sufrimiento, sabe que su pathos, su estado de ánimo y su equilibrio emocional experimentará una profunda alteración al vivir, plenamente, la solidaridad.

La solidaridad no se resuelve en un pacto económico, ni en una cuota que se estipula desde el Gobierno de turno. Impone un modo de estar en el mundo, una actitud de acercamiento al otro, de superación de la fría distancia postmoderna, para inmiscuirse en el dolor ajeno. Demasiado fuerte para el ciudadano líquido. Todo ello evoca formas de compromiso que no puede asumir, que ni siquiera puede imaginar. Todo ello altera su narcisismo, su pequeño mundo de alegrías, su inestable y delicado equilibrio emocional.

Esta solidaridad líquida constituye, en el fondo, un simulacro de solidaridad, un modo de purificar la culpa que, a veces, emerge desde lo más hondo del ser postmoderno. La culpa es un sentimiento negativo, desagradable, que uno debe expulsar cuanto antes pueda de su foro interior. La solidaridad se convierte, de este modo, en el contenedor de la culpa postmoderna. Lo importante es no implicarse demasiado, no dejarse afectar por el destino ajeno, no amagarse la vida con el sufrimiento de los otros; mantenerse al margen de todo y de todos y limitarse a jugar el papel de espectador.

La solidaridad líquida es un esperpento de la caridad cristiana, una triste imagen deformada de la filantropía que soñaron los ilustrados, un autoengaño colectivo. En cualquier caso, es el ejemplo más patente del olvido del otro, de la obsesión por el yo y de la atomización de una sociedad que evita establecer lazos con quienes causan problemas.

Para atender a tales sujetos, necesitamos de técnicos especializados, de diplomados facultados para enfrentarse a las tragedias humanas. Delegamos a otros el deber de humanidad. Triste solidaridad, la solidaridad líquida.

Resumen de la Enciclica Lumen fidei

Sintesis de la encíclica LUMEN FIDEI PDF Publicamos a continuación la síntesis realizada por Vatican Information Service de la LUMEN FIDEI, primera encíclica del Papa Francisco, la que fue publicada el 5 de julio de 2013 y fechada el 29 de junio del mismo año.
Lumen fidei - La luz de la fe (LF) es la primera encíclica firmada por el Papa Francisco. Dividida en cuatro capítulos, una introducción y una conclusión, la Carta - explica el Papa - se suma a las encíclicas del Papa Benedicto XVI sobre la caridad y la esperanza y asume el "valioso trabajo" realizado por el Papa emérito, que ya había "prácticamente completado" la encíclica sobre la fe. A este "primera redacción" el Santo Padre Francisco agrega ahora "algunas aportaciones". La introducción (No. 1-7) de la LF ilustra los motivos en que se basa el documento: En primer lugar, recuperar el carácter de luz propio de la fe, capaz de iluminar toda la existencia del hombre, de ayudarlo a distinguir el bien del mal, sobre todo en una época como la moderna, en la que el creer se opone al buscar y la fe es vista como una ilusión, un salto al vacío que impide la libertad del hombre. En segundo lugar, la LF - justo en el Año de la Fe, 50 años después del Concilio Vaticano II, un "Concilio sobre la Fe" - quiere reavivar la percepción de la amplitud de los horizontes que la fe abre para confesarla en la unidad y la integridad. La fe, de hecho, no es un presupuesto que hay que dar por descontado, sino un don de Dios que debe ser alimentado y fortalecido. "Quien cree ve", escribe el Papa, porque la luz de la fe viene de Dios y es capaz de iluminar toda la existencia del hombre: procede del pasado, de la memoria de la vida de Jesús, pero también viene del futuro porque nos abre vastos horizontes. El primer capítulo (8-22): Hemos creído en el amor (1 Jn 4, 16). En referencia a la figura bíblica de Abraham, la fe en este capítulo se explica como "escucha" de la Palabra de Dios, "llamada" a salir del aislamiento de su propio yo , para abrirse a una nueva vida y "promesa" del futuro, que hace posible la continuidad de nuestro camino en el tiempo, uniéndose así fuertemente a la esperanza. La fe también se caracteriza por la "paternidad", porque el Dios que nos llama no es un Dios extraño, sino que es Dios Padre, la fuente de bondad que es el origen de todo y sostiene todo. En la historia de Israel, lo contrario de la fe es la idolatría, que dispersa al hombre en la multiplicidad de sus deseos y lo "desintegra en los múltiples instantes de su historia", negándole la espera del tiempo de la promesa. Por el contrario, la fe es confiarse al amor misericordioso de Dios, que siempre acoge y perdona, que endereza "lo torcido de nuestra historia", es disponibilidad a dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios "es un don gratuito de Dios que exige la humildad y el valor de fiarse y confiarse, para poder ver el camino luminoso del encuentro entre Dios y los hombres, la historia de la salvación." (n. 14) Y aquí está la "paradoja" de la fe: el volverse constantemente al Señor hace que el hombre sea estable, y lo aleja de los ídolos. La LF se detiene, después, en la figura de Jesús, el mediador que nos abre a una verdad más grande que nosotros, una manifestación del amor de Dios que es el fundamento de la fe "precisamente en la contemplación de la muerte de Jesús la fe se refuerza", porque Él revela su inquebrantable amor por el hombre. También en cuanto resucitado Cristo es "testigo fiable", "digno de fe”, a través del cual Dios actúa realmente en la historia y determina el destino final. Pero hay "otro aspecto decisivo" de la fe en Jesús: "La participación en su modo de ver". La fe, en efecto, no sólo mira a Jesús, sino que también ve desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos. Usando una analogía, el Papa explica que, como en la vida diaria, confiamos en "la gente que sabe las cosas mejor que nosotros" - el arquitecto, el farmacéutico, el abogado - también en la fe necesitamos a alguien que sea fiable y experto en "las cosas de Dios" y Jesús es "aquel que nos explica a Dios." Por esta razón, creemos a Jesús cuando aceptamos su Palabra, y creemos en Jesús cuando lo acogemos en nuestras vidas y nos confiamos a él. Su encarnación, de hecho, hace que la fe no nos separe de la realidad, sino que nos permite captar su significado más profundo. Gracias a la fe, el hombre se salva, porque se abre a un Amor que lo precede y lo transforma desde su interior. Y esta es la acción propia del Espíritu Santo: "El cristiano puede tener los ojos de Jesús, sus sentimientos, su condición filial, porque se le hace partícipe de su Amor, que es el Espíritu" (n. 21). Fuera de la presencia del Espíritu, es imposible confesar al Señor. Por lo tanto, "la existencia creyente se convierte en existencia eclesial", porque la fe se confiesa dentro del cuerpo de la Iglesia, como "comunión real de los creyentes." Los cristianos son "uno" sin perder su individualidad y en el servicio a los demás cada uno gana su propio ser. Por eso, "la fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva", sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio. El segundo capítulo (23-36): Si no creéis, no comprenderéis (Is 07, 09). El Papa demuestra la estrecha relación entre fe y verdad, la verdad fiable de Dios, su presencia fiel en la historia. "La fe, sin verdad, no salva - escribe el Papa – Se queda en una bella fábula, la proyección de nuestros deseos de felicidad." Y hoy, debido a la "crisis de verdad en que nos encontramos", es más necesario que nunca subrayar esta conexión, porque la cultura contemporánea tiende a aceptar solo la verdad tecnológica, lo que el hombre puede construir y medir con la ciencia y lo que es "verdad porque funciona", o las verdades del individuo, válidas solo para uno mismo y no al servicio del bien común. Hoy se mira con recelo la "verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto", porque se la asocia erróneamente a las verdades exigidas por los regímenes totalitarios del siglo XX. Esto, sin embargo, implica el "gran olvido en nuestro mundo contemporáneo", que - en beneficio del relativismo y temiendo el fanatismo - olvida la pregunta sobre la verdad, sobre el origen de todo, la pregunta sobre Dios. La LF subraya el vínculo entre fe y amor, entendido no como "un sentimiento que va y viene", sino como el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da nuevos ojos para ver la realidad. Si, pues, la fe está ligada a la verdad y al amor, entonces "amor y verdad no se pueden separar", porque sólo el verdadero amor resiste la prueba del tiempo y se convierte en fuente de conocimiento. Y puesto que el conocimiento de la fe nace del amor fiel de Dios, "verdad y fidelidad van juntos". La verdad que nos abre la fe es una verdad centrada en el encuentro con el Cristo encarnado, que, viniendo entre nosotros, nos ha tocado y nos ha dado su gracia, transformando nuestros corazones. Aquí de hoy, donde a menudo viene reducida a la "autenticidad subjetiva", porque la verdad común da miedo, se identifica con la imposición intransigente de los totalitarismo. En cambio, si la verdad es la del amor de Dios, entonces no se impone con la violencia, no aplasta al individuo. Por esta razón, la fe no es intransigente, el creyente no es arrogante. Por el contrario, la verdad vuelve humildes y conduce a la convivencia y el respeto del otro. De ello se desprende que la fe lleva al diálogo en todos los ámbitos: en el campo de la ciencia, ya que despierta el sentido crítico y amplía los horizontes de la razón, invitándonos a mirar con asombro la Creación; en el encuentro interreligioso, en el que el cristianismo ofrece su contribución; en el diálogo con los no creyentes que no dejan de buscar, que "intentan vivir como si Dios existiese", porque "Dios es luminoso, y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazón". "Quién se pone en camino para practicar el bien - afirma el Papa - se acerca a Dios". Por último, la LF habla de la teología y afirma que es imposible sin la fe, porque Dios no es un mero "objeto", sino que es Sujeto que se hace conocer. La teología es participación del conocimiento que Dios tiene de sí mismo; se desprende que debe ponerse al servicio de la fe de los cristianos y que el Magisterio de la Iglesia no es un límite a la libertad teológica, sino un elemento constitutivo porque garantiza el contacto con la fuente original, con la Palabra de Cristo. El tercer capítulo (37-49): Transmito lo que he recibido (1 Co 15, 03). Todo el capítulo se centra en la importancia de la evangelización: quien se ha abierto al amor de Dios, no puede retener este regalo para sí mismo, escribe el Papa: La luz de Jesús resplandece sobre el rostro de los cristianos y así se difunde, se transmite bajo la forma del contacto, como una llama que se enciende de la otra, y pasa de generación en generación, a través de la cadena ininterrumpida de testigos de la fe. Esto comporta el vínculo entre fe y memoria, porque el amor de Dios mantiene unidos todos los tiempos y nos hace contemporáneos a Jesús. Por otra parte, se hace "imposible creer cada uno por su cuenta", porque la fe no es "una opción individual", sino que abre el yo al "nosotros" y se da siempre "dentro de la comunión de la Iglesia". Por esta razón, "quien cree nunca está solo": porque descubre que los espacios de su "yo" se amplían y generan nuevas relaciones que enriquecen la vida. Hay, sin embargo, un "medio particular" por el que la fe se puede transmitir: son los Sacramentos, en los que se comunica "una memoria encarnada." El Papa cita en primer lugar el Bautismo – tanto de niños como de adultos, en la forma del catecumenado - que nos recuerda que la fe no es obra del individuo aislado, un acto que se puede cumplir solos, sino que debe ser recibida, en comunión eclesial . "Nadie se bautiza a sí mismo", dice la LF. Además, como el niño que tiene que ser bautizado no puede profesar la fe él solo, sino que debe ser apoyado por los padres y por los padrinos, se sigue "la importancia de la sinergia entre la Iglesia y la familia en la transmisión de la fe." En segundo lugar, la Encíclica cita la Eucaristía, "precioso alimento para la fe", "acto de memoria, actualización del misterio" y que "conduce del mundo visible al invisible," enseñándonos a ver la profundidad de lo real. El Papa recuerda después la confesión de la fe, el Credo, en el que el creyente no sólo confiesa la fe, sino que se ve implicado en la verdad que confiesa; la oración, el Padre Nuestro, con el que el cristiano comienza a ver con los ojos de Cristo; el Decálogo, entendido no como "un conjunto de preceptos negativos", sino como "un conjunto de indicaciones concretas" para entrar en diálogo con Dios, "dejándose abrazar por su misericordia", "camino de la gratitud" hacia la plenitud de la comunión con Dios . Por último, el Papa subraya que la fe es una porque uno es "el Dios conocido y confesado", porque se dirige al único Señor, que nos da la "unidad de visión" y "es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo Espíritu". Dado, pues, que la fe es una sola, entonces tiene que ser confesada en toda su pureza e integridad, "la unidad de la fe es la unidad de la Iglesia"; quitar algo a la fe es quitar algo a la verdad de la comunión. Además, ya que la unidad de la fe es la de un organismo vivo, puede asimilar en sí todo lo que encuentra, demostrando ser universal, católica, capaz de iluminar y llevar a su mejor expresión todo el cosmos y toda la historia. Esta unidad está garantizada por la sucesión apostólica. El capítulo cuarto (n. 50-60): Dios prepara una ciudad para ellos (Hb 11, 16) Este capítulo explica la relación entre la fe y el bien común, lo que conduce a la formación de un lugar donde el hombre puede vivir junto con los demás. La fe, que nace del amor de Dios, hace fuertes los lazos entre los hombres y se pone al servicio concreto de la justicia, el derecho y la paz. Es por esto que no nos aleja del mundo y no es ajena al compromiso concreto del hombre contemporáneo. Por el contrario, sin el amor fiable de Dios, la unidad entre todos los hombres estaría basada únicamente en la utilidad, el interés o el miedo. La fe, en cambio, capta el fundamento último de las relaciones humanas, su destino definitivo en Dios, y las pone al servicio del bien común. La fe "es un bien para todos, un bien común", no sirve únicamente para construir el más allá, sino que ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza. La encíclica se centra, después, en los ámbitos iluminados por la fe: en primer lugar, la familia fundada en el matrimonio, entendido como unión estable de un hombre y una mujer. Nace del reconocimiento y de la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual y, fundada sobre el amor en Cristo, promete "un amor para siempre" y reconoce el amor creador que lleva a generar hijos. Después los jóvenes: aquí el Papa cita las Jornadas Mundiales de la Juventud, en las que los jóvenes muestran "la alegría de la fe" y el compromiso de vivirla de un modo firme y generoso. "Los jóvenes aspiran a una vida grande - escribe el Papa -. El encuentro con Cristo da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas pusilánimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: haciéndonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensión de la dignidad única de la persona singular. Otra área es la de la naturaleza: la fe nos ayuda a respetarla, a "buscar modelos de desarrollo que no se basen únicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don"; nos enseña a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y está al servicio del bien común; nos ofrece la posibilidad del perdón que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciéramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros y quedaríamos unidos sólo por el miedo. Por esta razón no debemos avergonzarnos de confesar públicamente a Dios, porque la fe ilumina la vida social. Otro ámbito iluminado por la fe es el del sufrimiento y la muerte: el cristiano sabe que el sufrimiento no puede ser eliminado, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona, y ser así "etapa de crecimiento en la fe y el amor". Al hombre que sufre, Dios no le da un racionamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que acompaña, que abre un un resquicio de luz en la oscuridad. En este sentido, la fe está unida a la esperanza. Y aquí el Papa hace un llamamiento: "No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino." Conclusión (N º 58-60): Bienaventurada la que ha creído (Lc 1, 45) Al final de la LF, el Papa nos invita a mirar a María, "icono perfecto" de la fe, porque, como Madre de Jesús, ha concebido "fe y alegría." A Ella se alza la oración del Papa para que ayude la fe del hombre, nos recuerde que aquellos que creen nunca están solos, y que nos enseñe a mirar con los ojos de Jesús.









Noticias de España y en mundo

domingo, 4 de agosto de 2013

El dlor extendido por tu cuerpo

El dlor extendido por tu cuerpo
Sometida tu Alma como un lago
Vas a morir y mueres por nosotros
Ante el padre que acepta perdonandonos

Cristo gracias aún que aún duele
Tu agonía en el mundo en tus hermanos
Que hay hambre ese cúmulo de injusticia
Que hay hombre en el que estas crucificado

Gracias por tu palabra que esta viva
Y aquí la van diciendo nuestros labios
Gracias porque eres Dios y hablas a Dios
De nuestras soledades nuestros bandos

Que no existan los verdugos que no insistan
Rezas hoy con nosotros que rezamos
Porque existe las victkmaa el llanto .... Amén



Atentamente

martes, 30 de julio de 2013

Fwd: más animales



Atentamente

Inicio del mensaje reenviado:

De: amada706 <amada706@hotmail.com>
Fecha: 29 de julio de 2013 06:10:38 GMT+02:00
Para: Octaviovegafer@gmail.com
Responder a: amada706 <amada706@hotmail.com>






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miércoles, 24 de julio de 2013

Reflexiones del P. General en la Jornada mundial 2013

Nuevas plazas que deberían ocupar los jóvenes de hoy
24/07/2013 JMJ OMI

Una charla entregada por el Padre Louis Lougen, OMI, Superior General, en la Jornada Mundial de la Juventud Oblata en Aparecida, Brasil, 22 de julio de 2013.

Hemos visto que el carisma misionero oblato que inicio con una gracia especial del Santo Espíritu dado a San Eugenio se basa en la profunda experiencia del amor incondicional del Salvador crucificado y que es vivido por los misioneros en común en una comunidad de fe. A la luz de ello es como consideramos el llamado de Dios a los jóvenes para la misión. Las plazas para la actividad misionera de hoy son tan diversas como lo son nuestras realidades. Necesitamos el discernimiento comunitario para escuchar al Espíritu Santo, de modo que podamos responder adecuadamente.

Recordemos con toda humildad: la misión es de Dios, no nuestra. Por la gracia de Dios somos llamados, invitados, a participar en la misión de Dios. El nombre especial de San Eugenio para nuestra participación en la misión de Dios era “cooperadores”. Los Oblatos son cooperadores en la misión del Salvador. ¡Qué nombre tan hermoso! Hemos de discernir como cooperaremos en la misión de Dios.

  1. Pedimos a Dios, iluminados en la oración, conocer lo que Dios quiere de nosotros.
  2. Usemos nuestra inteligencia y los diversos dones de cada uno.
  3. Escuchemos las voces de los pobres y estudiemos la realidad del momento de hoy.
  4. Escuchemos las necesidades de la Iglesia.
  5. Escuchemos la sabiduría del carisma oblato.
  6. Discutamos en ambiente de oración y debatamos en comunidad para llegar a un acuerdo.

Todos estos elementos nos ayudan a discernir dónde quiere Dios que cooperemos con Él. Hemos también de conversar sobre cómo deberíamos hacer la misión y cómo predicar hoy el Evangelio de modo que sea oído por la gente. 

La Iglesia ve el entusiasmo de ustedes y su participación como expresión hermosa de su fe, compromiso y espíritu evangélico. Gracias a ustedes, la Iglesia está viva, joven y llena de vida. La Iglesia les recibe, nuestros jóvenes hermanos y hermanas. Les necesita y se ve rejuvenecida con su juventud. Ustedes traen a la Iglesia energía, creatividad, fuerza y una generosidad ilimitada. ¡Muchas gracias!

Es “ahí fuera”, en las plazas de nuestra sociedad, donde Dios tiene una gran necesidad de jóvenes cooperadores, misioneros. En su tiempo, San Eugenio salió del templo para encontrar a los más abandonados. Tal era el sentido de la “misión”. Los católicos que ya iban a misa no necesitaban de él. Eugenio quería tocar las vidas de la gente que no iba a la iglesia, y de aquéllos que se sentían excluidos por ser pobres.

Este mismo sentido de la misión sigue animando a los Oblatos de María Inmaculada. Buscamos a la gente olvidada, abandonada, rechazada e intentamos contactar con ellos y ponerles en contacto con Jesús y con la Iglesia. Por esta razón es por lo que miles de oblatos jóvenes han dejado sus países de origen y han ido a los confines del mundo, encontrando muchas dificultades, muriendo e incluso siendo martirizados.

Este sentido de la misión a los pobres, para los pobres y con los pobres mueve a la misión a los oblatos, laicos y jóvenes. Lo que nos da fuerzas es vivir el Evangelio, más que hablar del Evangelio. Es del todo necesario que los jóvenes sean misioneros en la sociedad de hoy. Los oblatos, sacerdotes y hermanos, tienen su propio campo misionero, pero hay muchos otros lugares a los que no tienen acceso o contacto.

En estas plazas es donde Ustedes, jóvenes misioneros, cooperadores del Salvador, tienen su radio particular de acción misionera. Los jóvenes en medio de su familia, escuela, trabajo, clubes, deporte, arte, vecindario, pasando el tiempo con amigos y colegas, tienen enormes ocasiones de ser misioneros en favor de la obra divina de la evangelización. Ustedes están llamados a ser misioneros en las nuevas fronteras nunca alcanzadas por las estructuras eclesiales. Ustedes, jóvenes misioneros viviendo el carisma de San Eugenio, están comprometidos con la sociedad de muchas maneras. Compartiré algunas de ellas que yo he descubierto en mis viajes por el mundo oblato.

  • Juntos, ustedes, jóvenes misioneros y oblatos, han construido casas para los que no tienen hogar. Ustedes han ayudado a los ancianos y enfermos a limpiar sus casas, preparar la comida, ir al médico y les hay ayudado a bañarse.
  • Los oblatos han acompañado a los jóvenes en misiones populares conjuntas, haciendo visitas a las familias y compartiendo su fe y el Evangelio, siempre con gran respeto hacia los demás.
  • Los Oblatos y la Juventud Oblata misionera han ido juntos a las misiones populares para animar e inspirar a los adultos, ancianos, niños y los mismos jóvenes. El Beato Juan Pablo II dijo que los jóvenes son los mejores evangelizadores de los jóvenes.
  • La Juventud Oblata misionera, trabajando en común, ha formado grupos juveniles que ayudan a otros jóvenes a crecer en su fe y como personas. Organizan jornadas de formación, retiros y talleres, festivales, peregrinaciones, etc.
  • Entre Ustedes son algunos de la Juventud Oblata misionera que trabajan para proteger el medio ambiente, plantando árboles, limpiando los vecindarios de desechos, etc. Algunos cooperadores han dirigido campañas para un uso responsable del agua como don precioso de Dios.
  • Son activos y viven el carisma oblato en las universidades, aunque sin ir proclamando que son católicos comprometidos. Poco a poco, otros estudiantes se ven atraídos por ellos... Cada vez más, algunos estudiantes buscan a los jóvenes oblatos misioneros para conversar sobre problemas en la familia, sobre citas o sobre una cuestión de conciencia. Los estudiantes sienten una confianza instintiva hacia los jóvenes oblatos misioneros. Notan apoyo, aceptación y reciben buenos consejos. El diálogo ha comenzado, naciendo un ministerio universitario muy rico y vivo.
  • Los jóvenes viven el carisma oblato en su trabajo profesional, llegando a los pobres y a los que sufren discriminación. Una joven enfermera, inspirada por San Eugenio, se ofreció para trabajar en una clínica que atiende a los pobres en la zona más violenta de la ciudad. Esta joven misionera católica, que vive con pasión el carisma oblato, ha dedicado cinco años de servicio generoso en esta clínica y se ha hecho hermana, amiga y madre de cientos de personas, principalmente jóvenes, pobres e inadaptados. Su testimonio personal, incluso, ha convertido a otras enfermeras, que ahora quieren trabajar en esta clínica junto a ella.
  • Por lo general, ¡todos los políticos son juzgados como corruptos! Pero hay jóvenes que, inspirados por San Eugenio, han estudiado Derecho para defender a los pobres y ayudarlos. Algunos de esos jóvenes, hombres y mujeres, han entrado en el terreno de la política, un gran salto, para llevar honradez e integridad a esta importante dimensión de la vida, con la esperanza de cambiar el sistema actual, para que sea más justo con todos, especialmente los pobres.
  • Un campo de gran importancia hoy es la tecnología de la información. Es un mundo que necesita ser evangelizado y que necesita ser instrumento de evangelización. Soy un inmigrante en este territorio. Pero ustedes, jóvenes misioneros, han nacido en esta era y son nativos de esta tierra de las tecnologías de la información. Ustedes han de introducir los valores del Evangelio en esta nueva región del mundo, a veces contraria a Jesús. Ustedes también tienen que, con el espíritu audaz de San Eugenio, imaginar nuevos caminos para que las tecnologías de la información y la revolución de las comunicaciones puedan ser usadas para proclamar y difundir el Evangelio. Empleen sus dones, iluminados por el Espíritu Santo, para encontrar nuevos y más creativos modos de evangelizar. Estén al servicio de los excluidos de este territorio, especialmente los pobres y marginados.

Jesús nos quería como levadura en la masa. Tan sólo un poco de levadura transforma y hace crecer mucho la masa. Las vidas de los jóvenes inspiradas por el carisma de San Eugenio son levadura para nuestra sociedad que traerá cambios y signos sólidos del Reino de Dios.

Jóvenes, os animo a trabajar juntos en comunidad para discernir el llamado de Dios a la misión. A Iglesia os necesita. Los oblatos os necesitan. Los pobres esperan el compromiso de su solidaridad con ellos.

Hay una frase importante en la vida de San Eugenio de Mazenod: “Hay que intentarlo todo para dilatar el reino de Cristo”. Juventud oblata, inspirada por la creatividad de San Eugenio, su pasión por Jesús, su energía y su compromiso con los pobres. ¡Ustedes harán grandes cosas! Como Nuestra Señora, reconozcamos que es Dios quien hace grandes cosas en y por medio de nosotros. A Él le sea la Gloria. ¡Caminen junto a Nuestra Señora y San Eugenio, para que siempre les den ánimos y fuerzas!

martes, 23 de julio de 2013

Dircurso integro del Papa a su llegada a Rio de Janeiro

Señora Presidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos y amigos

En su amorosa providencia, Dios ha querido que el primer viaje internacional de mi pontificado me ofreciera la oportunidad de volver a la amada América Latina, concretamente a Brasil, nación que se precia de sus estrechos lazos con la Sede Apostólica y de sus profundos sentimientos de fe y amistad que siempre la han mantenido unida de una manera especial al Sucesor de Pedro. Doy gracias por esta benevolencia divina.

He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón; y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo: «La paz de Cristo esté con ustedes».

Saludo con deferencia a la señora Presidenta y a los distinguidos miembros de su gobierno. Agradezco su generosa acogida y las palabras con las que ha querido manifestar la alegría de los brasileños por mi presencia en su país. Saludo también al Señor Gobernador de este Estado, que amablemente nos acoge en el Palacio del Gobierno, y al alcalde de Río de Janeiro, así como a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante el gobierno brasileño, a las demás autoridades presentes y a todos los que han trabajado para hacer posible esta visita.

Quisiera decir unas palabras de afecto a mis hermanos obispos, a quienes incumbe la tarea de guiar a la grey de Dios en este inmenso país, y a sus queridas Iglesias particulares. Con esta visita, deseo continuar con la misión pastoral propia del Obispo de Roma de confirmar a sus hermanos en la fe en Cristo, alentarlos a dar testimonio de las razones de la esperanza que brota de él, y animarles a ofrecer a todos las riquezas inagotables de su amor.

Como es sabido, el principal motivo de mi presencia en Brasil va más allá de sus fronteras. En efecto, he venido para la Jornada Mundial de la Juventud. Para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: «Vayan y hagan discípulos a todas las naciones».

Estos jóvenes provienen de diversos continentes, hablan idiomas diferentes, pertenecen a distintas culturas y, sin embargo, encuentran en Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones, y pueden saciar el hambre de una verdad clara y de un genuino amor que los una por encima de cualquier diferencia.

Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con él. Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión: « Vayan y hagan discípulos»; vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas. Pero también los jóvenes tienen confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados.

Al comenzar mi visita a Brasil, soy muy consciente de que, dirigiéndome a los jóvenes, hablo también a sus familias, sus comunidades eclesiales y nacionales de origen, a las sociedades en las que viven, a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones.

Es común entre ustedes oír decir a los padres: «Los hijos son la pupila de nuestros ojos». ¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría brasileña, que aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos, la abertura por la que entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro de la vista! ¿Qué sería de nosotros si no cuidáramos nuestros ojos? ¿Cómo podríamos avanzar? Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno de nosotros se deje interpelar por esta pregunta provocadora.

La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio; tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien; dejarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para ser protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos.

Al concluir, ruego a todos la gentileza de la atención y, si es posible, la empatía necesaria para establecer un diálogo entre amigos. En este momento, los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa. Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere, tengo la intención de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida, invocando su maternal protección sobre sus hogares y familias. Y, ya desde ahora, los bendigo a todos. Gracias por la bienvenida.

lunes, 22 de julio de 2013

Que es la vida religiosa.

Este es un correo electrónico de (oblatosdifuntos) enviado por octaviovegafer@gmail.com (octaviovegafer@gmail.com). Puede encontrar interesante el siguiente enlace: http://oblatosdifuntos.crearjoomla.com/topmenu4/76-consagracion.html

El Brasil que espera a Francisco

La emoción invade a los peregrinos
El papa Francisco llega este lunes a Brasil en su primer viaje internacional y lo hace al país con más católicos en el mundo pero también donde un mayor número de creyentes han abandonado la doctrina que se imparte desde El Vaticano, por eso la visita del Pontífice está llena de significado.
Pablo Monsalvo reporta a Univision en la cobertura especial de este histórico evento y nos cuenta cómo se viven la horas previas a la llegada del Papa.
Desde El Vaticano, antes de emprender un largo viaje hasta Sudamérica, la región que lo vio nacer, el papa Francisco agradeció los augurios de buen viaje y pidió que recen por él.
Cuando este lunes aterrice en la ciudad de Rio de Janeiro para encabezar su primera jornada mundial de la Juventud, el Pontífice se encontrará con más de un millón de peregrinos que no quieren perderse la histórica oportunidad de acompañarlo a un evento que prometen será recordado por siempre.
También son latinoamericanos los que se preparan para recibirlo de este lado del Atlántico con peregrinaciones y cargando la cruz, el entusiasmo se multiplica conforme se acerca el momento.
Rio prepara cada detalle para recibir al Papa, hasta los escultores de arena de Copacabana dedicaron espacio a la llegada del Pontífice argentino y los recuerdos o souvenirs de la Jornada  se venden en cada esquina.
Cuerpos policiacos y grupos de élite resguardan Rio de Janeiro
Brasil es considerado el país con el mayor número de católicos en todo el mundo, por eso aquí, son muchos los que están orgullosos de recibir al Papa latinoamericano en su primer gran viaje internacional pero en momentos de gran tensión social el alto costo de la organización de este evento preocupa mucho.
De los más de 70 millones de dólares que desembolsará el estado brasileño se estima que más del 70 por ciento está destinado a la seguridad, una gran preocupación después de lo que ocurrió en Río durante la Copa de las Confederaciones, cuando millones de personas salieron a las calles a oponerse a que este país gaste dinero para organizar eventos multitudinarios como este encuentro religioso mientras creen hacen falta urgentes inversiones en hospitales, escuela e infraestructura.
Pero si la policía no logra controlar eventuales desmanes, grupos de élite especialmente entrenados estarán listos para entrar en acción.
“Estamos preparados para activarnos en caso de que las agencias tradicionales de seguridad no puedan controlar a las masas o en caso de que se supere su capacidad” explicó Rogelio Lage, capitán del ejército.
Jóvenes de todo el mundo cuentan las horas
En tanto, grupos de jóvenes llegados de todas partes del mundo, cuentan los minutos para ver de cerca al líder de la Iglesia católica.
“Es increíble lo que se siente, la alegría que transmiten todas las personas que están aquí es muy padre”, mencionó un joven peregrino.
“Es una fuerza que va a revolucionar al mundo por vivir los valores católicos auténticos”, agregó otro joven estadounidense.
Trascendió que Francisco aprovechará su estadía para lanzar su evangelio social, el primer Papa no europeo, presentará su programa revolucionario para luchar contra un tema que lo desvela: la desigualdad entre la sociedad.

sábado, 20 de julio de 2013

Consternacion y pesame del Papa para la familia afectada

Noticia interesante

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Crónica desde Río en los días previos a la JMJ
Una experiencia de vida en una favela con un grupo de 11 jóvenes y varios sacerdotes de la diócesis de San Sebastián: "Nos han acogido no digo bien, sino increíblemente bien. Es emocionante ver la hospitalidad de los pobres".

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Sábado, 20/Julio/2013
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